De trabajo y amantes

Hace tiempo que creo que elegir un trabajo es tan importante como elegir una pareja, incluso más importante.  ¿Porqué lo digo?

Tener un compromiso laboral equivale a dedicarse en cuerpo y alma a una actividad más o menos rutinaria, todos los días (a veces incluyendo fines de semana) por un promedio de 8 horas al día, eso sin contar las horas que pasaremos yendo al trabajo y viniendo a casa. Prácticamente, es dedicar gran parte del tiempo a una profesión,  oficio, empresa o misión para obtener satisfacción de nuestras necesidades. 

Viéndolo así, resulta absurdo quedarnos con el primer trabajo que se nos atraviese, ¿no? 

Si hacemos la analogía con una relación de pareja,  creo que tampoco escogeríamos para comprometernos a la primera persona se atraviese prometiendo bajar la luna y las estrellas. Asimismo, dudo mucho que cualquiera de nosotros, en nuestro sano juicio permitiríamos que nuestra pareja nos prohibiera salir con nuestros amigos o que nos absorba nuestros ratos libres, cual sanguijuela adherida a nuestra piel y chupando nuestra última reserva de energía.  

Entonces, ¿Porqué permitir que nuestro trabajo se convierta en algo peor que "una novia psicópata"?  ¿Porqué elegir un trabajo poco conveniente a nuestras necesidades, sólo porque creemos que ya se nos fue el tren del éxito?

Elegir a qué vamos a dedicar nuestra vida, salud y tiempo a cambio de dinero significa poner al servicio del mundo nuestras mejores cualidades y sobrellevar nuestros peores defectos, es compromiso en lo próspero y lo adverso, en la salud y enfermedad,  bajo la promesa de crecer juntos y cuidar el patrimonio.  Es ser fiel a la convicción con la que decidimos dedicarnos a una causa o un puesto. 

Escribo esto a 14 días de haber renunciado a un trabajo que me mantenía económicamente estable sin crecimiento profesional.  Digamos,  un excelente marido,  pero un muy mal amante.

En este tiempo no sé si tener amigos con derecho (proyectos temporales). Tampoco sé si estoy lista para otro matrimonio godinez. Lo que sí sé es que soy una profesional felizmente divorciada.  Y como muchas divorciadas demuestran: lo mejor está por venir.